Desde hace mucho tiempo estaba planeando visitar Andorra la Vella porque me gustan las montañas y a veces lo que más necesito es irme de la ciudad y relajarme. Lo que primero se me ocurre cuando pienso en un sitio en la montaña, pienso de la nieve y cielo azul y despejado pero mi primera impresión de Andorra ha sido completamente diferente. El cielo gris, los edificios oscuros y grises y la lluvia que cambiaba de fuerza cada minuto, una enorme cantidad de tiendas y gente que os está empujando, no son algo que imagináis que vais a encontrar cuando lleguéis a una ciudad en las montañas. Por suerte, mi impresión sobre Andorra la Vella cambiaba con cada hora que he pasado allí y con cada cambio de color del cielo. Como la lluvia ha parado y el color azul ha aparecido en el cielo, la ciudad ha obtenido un nuevo color y ha empezado a brillar.
El casco antiguo es muy bonito, los edificios son bajos y pegados unos a otros y están dominados por una naturaleza increíble que nos hace sentir tan pequeños e insignificantes. Fue un placer pasar un fin de semana allí y espero que voy a volver pronto y a disfrutar de su belleza bajo la nieve.
Un hostel mono en el centro de casco viejo
Un edificio de piedra en el casco antiguo