Cuando salimos de Europa por la primera vez y llegamos a otro continente es cuando empieza la verdadera aventura. Nos encontramos con una mezcla más diversa de colores, olores y sonidos y en principio parece que todo esto está pasando a otra persona y no a nosotros. Parece una escena de película que estamos viendo desde nuestro sofá. Pero, es verdad, esto nos pasa a nosotros y no importa que increíble e incomprensible nos parecen las cosas, forman parte de una nueva aventura y cambiarán nuestras vidas para siempre.
Mi primer encuentro con el continente africano ocurrió en Marruecos, este increíble país en el noroeste de África, cuando, como parte del trabajo final de Máster, junto con seis miembros de mi grupo, estaba preparando una guía de las ciudades reales de Marruecos: Marrakech, Rabat, Fez y Meknes. El grupo se dividió en tres subgrupos y mi compañero Davi y yo tuvimos Fez y Meknes como nuestras destinaciones, dos ciudades totalmente increíbles que están situados a solo 60 km una de la otra y representan, en mi opinión, dos mundos completamente diferentes. Fez, la ciudad de un millón de habitantes, es el epítome del espíritu árabe, mientras Meknes, una ciudad con 650.000 habitantes, es mucho más tranquila y es la combinación perfecta del espíritu bereber y el espíritu árabe.
Cada día que pasamos en Marruecos era una nueva aventura y durante los 9 días que pasamos allí escribíamos un diario que mejor describe lo mucho que me ha gustado este país y lo que sentía descubriéndolo.
20 de julio de 2012
Barcelona
La cuenta atrás
«Ya es muy tarde, la oscuridad en mi cuarto me recuerda que es hora de ir a dormir y dejar todos los pensamientos atrás … Pequeñas mariposas en mi barriga no me dejan quedarme tranquila ni siquiera un momento. Una sensación extraña llena mi cuerpo de una mezcla de miedo y emoción. Pronto, muy pronto estaré allí. Una aventura nueva y prometedora me está esperando, una tierra nueva que quiere sentir mis pasos, el aire que quiere jugar con mi pelo y la atmósfera de un nuevo país que invadirá todos mis sentidos. Y sobre todo, me espera gente nueva, una nueva cultura que quiere presentarse en su mejor luz. Quiero salir ya del avión y pisar esta nueva tierra, quiero experimentarla con todos mis sentidos. Cierro los ojos y veo la mezcla de colores y luces. Ahora estoy volando sobre los palacios reales y estoy viendo el mundo desde arriba. Me invitan a bajar, a conocer a este país asombroso y dejar mi rastro allí. Estoy tan lista para esto, para una nueva aventura! ¡Aquí vamos! ¡Abróchense los cinturones, por favor!
21 de julio de 2012
Fez
Vivimos nuestras primeras aventuras juntos
«Esta mañana ha sido más agradable y sin duda menos calurosa en comparación con los últimos días en Barcelona. El cielo azul claro prometía un buen día. Escucho mis pasos en perfecto acuerdo con las ruedas de mi maleta, bajando la calle y llevando me al metro. La línea verde pues la roja, un río de gente, turistas y locales pasan al lado de mi, y llego a la estación de autobuses. Mi viaje empieza aquí. Después de una hora en el bus llego a Girona. Espero una eternidad en una cola enorme en el check-in, paso el control de pasaportes y me encuentro de repente en el avión, mirando el continente Africano enorme desde el cielo. El cielo es de un color azul increíble, el continente debajo de nosotros de una mezcla de color marrón y amarillo y pasamos encima de un lago de un color verde precioso. El aterrizaje es un poco duro, se escucha la gente gritando, me siento como en un roller coaster, pero al final tocamos la tierra sin problemas. Me ponen un sello en el pasaporte y entro oficialmente al país. Me encuentro esperando un taxi que voy a compartir con una chica mexicana y un chico francés y de repente me encuentro en una escena de una película, con un taxista intentando dejarme en alguna parte lejos de mi destino, explicándome en un francés horrible que mi hotel está a 10 minutos caminando de allí. Entonces, como si estuviera en otra escena, algunos chicos locales aparecen de ninguna parte, gritándole al taxista y me encuentro una vez más en el taxi con el conductor un poco enojado y con un chico local que quiere asegurarse que el taxista me llevará al hotel.
Que alivio he sentido viendo a mi compañero Davi delante del hotel, sonriendo como siempre y abrazándome.
Decidimos salir un poco a pasear por las calles pero de repente encontramos mucha gente local mirándonos, hablándonos y preguntándonos de donde venimos. Todos quieren ser nuestros guías y llevarnos a todas la partes. Primera lección-nunca hay que coger un guía no certificado en Marruecos. Hemos decidido volver al hotel porque la gente se ha puesto un poco rara con nosotros y, siendo Ramadan, la gente no es más agresiva que normalmente ya que no tienen derecho a beber ni comer durante todo el día.
Estamos en la terraza de nuestro hotel, bebiendo café con leche y haciendo plan de visita para el día siguiente.
De repente, se escucha un ruido. Es la señal de que es la hora de cenar. Todo cambia. La gente parece más viva, más feliz. Podemos oír el ruido proveniente de todas partes. Los niños están jugando, los hombres hablando. Fez se tiñe de su color verdadero. Pero esta noche no vamos a descubrirlo. Lo haremos mañana. Después de todo, hoy ha sido un día muy largo.»